Muchos de nosotros conoce a alguien, o tal vez puede tener algún familiar, que consume o ha consumido algún tipo de sustancia psicoactiva. En general, se estima que más del 40% de la población de las sociedades desarrolladas ha probado alguna droga ilícita alguna vez en su vida. La adicción a las drogas surge en cualquier nivel social, económico y grupo de edad y, ciertamente, se puede decir que nadie es inmune a las drogas. Debido a que tanta gente se relaciona de modo directo e indirecto con la problemática de la drogadicción, muchos piensan que poseen conocimientos suficientes sobre esta compleja realidad. Esta creencia ha provocado malas interpretaciones y confusión que se han trasladado a la opinión pública dificultando el afrontamiento de este difícil reto y su superación.

A partir de los avances científicos que hoy en día se vienen realizando, se puede decir que la drogadicción es una enfermedad tratable (te invito a que eches un vistazo a los artículos de investigación). No obstante, existe una clara desconexión entre lo que se sabe desde el ámbito de la investigación y lo que muchos profesionales de la salud y el público en general piensan a cerca de las adicciones. Muchos creen que los adictos son desviados sociales o personas sin voluntad suficiente para dejar esos malos hábitos. Sin embargo, es preciso resaltar que, por encima de todo, son personas enfermas. Si se quiere avanzar en el tratamiento de la adicción hay que desplazar esas concepciones erróneas y adoptar una aproximación más científica a este problema. 

Amen de lo comentado hasta ahora, en los últimos tiempos han cobrado cierta relevancia otros tipos de adicciones, como son la adicción al juego (ludopatía), al sexo, a Internet o a las nuevas tecnologías, a las compras, al deporte, al trabajo, etc., que reciben el nombre de “nuevas adicciones”. Todo así, en lo que me compete (ayudar a resolver tu problemática) se parte del concepto de adicción como un complejo problema en el que están implicados tanto factores biológicos como psicológicos y sociales, entendiendo que la persona que lo padece manifiesta una especial sensibilidad a los efectos de determinada droga. Este fenómeno es consecuencia de la influencia simultánea de dos grandes factores, el ambiente psicosocial y la susceptibilidad del sistema nervioso del sujeto, y al menos se puede decir de forma contrastada que la exposición continuada a la droga o sustancia se traduce, tarde o temprano, en neuroadaptaciones específicas que afectan a la fisiología cerebral. Esto es, se producen una serie de cambios neuroquímicos, más o menos reversibles, que contribuyen a mantener el consumo inicial y a que se establezca la conducta adictiva. Hablamos de modificaciones en regiones cerebrales que participan en la regulación de la motivación, del aprendizaje y la memoria, y de la toma de decisiones, además de en las de recompensa cerebral.